Disonancia

Por el gusto de hacer, ver y sentir diferente

Poder líquido

Escribo esto declarando, antes que otra cosa, que lo hago para provocar. No hace mucho se publicó aquí mismo un muy buen artículo titulado Para Nosotros, que no hizo más que deprimirme, como todo buen artículo tiene que hacerlo, al enterarme de algo que no conozco y probablemente nunca lo haga porque la vida o el dinero o la salud; o porque es tan cierto que debo ser muy pendejo para no haberme dado cuenta antes; o porque simplemente la alusión queda perfecta para mí. Quizás las últimas dos cosas sean la razón de que ahora escriba en réplica a dicha publicación.

Comencemos.

Mira, Rodo: lo de cocinar no te lo discuto y en mi caso, tampoco te discuto ser mayormente inútil. Paso mi vida frente a pura pinche pantalla: la tele, la computadora y el celular, cada una más pequeña que la anterior y así mismo siento que me voy quedando atrapado. Ocasionalmente abro un libro o me siento a tocar el piano o la guitarra, pero todo esto se ha vuelto menos, cada vez menos. Un tanto porque me doy cuenta de que ya no soy la promesa que era a los 10 años cuando de verdad era una proeza tocar las mismas piezas que sigo tocando ahora y que si he mejorado en algo sólo es en su comprensión compositiva y en que ahora mi guitarra de maderas africanas  tiene cuerdas bien caras, pero nada más. Escribir ya tampoco me llena porque siento que cada cosa que escribo es sólo una vulgar variación de lo de ayer y así ad libitum.

En lo único que puedo creer que tengo cierta autonomía y hasta originalidad es en lo que ocurre en mi cabeza porque ahí todo parece ir muy bien. Sacar la idea de la cabeza le quita ese brillo de la novedad y del Eureka, y por eso de un tiempo para acá me he reservado en parirlas. Lo cierto es que eso es una estupidez. No soy ningún dotado o iluminado, sólo tengo mucho tiempo libre para pensar y darme cuenta que el letargo mental de toda la gente a la que podemos llamar nuestra generación, no es tanto porque no estemos haciendo pendejos [leí otro de tus artículos donde decías escribir como hablas y es justo lo que haré porque así nos entendemos mejor, sin ser barrocos, que eso se acabó hace ya unos siglos] sino porque todo lo que podríamos hacer se ha diluido. Uso el pasado perfecto porque es menos definitivo y yo sinceramente creo que no todo está perdido.

Pero ¿Qué hago contestando un artículo tuyo enmarcado en el tema de “ciudadanía” fuera de tiempo, en noviembre, cuando se supone que ahora lo de moda es la muerte y la revolución? Porque fue evidente el encabronamiento tuyo, y no te culpo, al escribir semejante cosa. Además creo haber notado un particular deseo de incomodar, que espero sea cierto, porque si no todo esto servirá para pura madre.

En fin, no me sorprendería que el abandono a la red que nulifica tu vida y tu sustancia (Hurtado, 2010), lleve cierta dedicatoria para mí o para cierto vago emigrado que no hace falta mencionar porque puede que nunca lea esto. Pero bueno, a lo mejor son nervios míos o el ego y no pensaste en mí ni un momento, pero lo que dices me llegó y es lo que vale.

Sí, ahora somos una masa peor que las demás porque nos mueve la ilusión del individuo. ¿Originalidad, heterogeneidad? Ese segundo párrafo tuyo me hizo el día (en el que lo leí y en el que lo releo) pero no puedo estar del todo de acuerdo, por más que el mundo se esfuerce en quitarme todo lo que me queda de fe en la humanidad.

Volviendo al tema que es Revolución, debo comentarte que quizás estemos algo aturdidos por el sobreestímulo y así, pero no se puede negar que pertenecemos a una de las generaciones de jóvenes más numerosas (sino es que la más numerosa hasta ahora) de la historia. Así mismo, tenemos un capital cultural y adquisitivo sin precedentes, mucho de esto permitido por internet, en la cual aún deposito mis esperanzas porque no es una red, es La Red. Mira lo que ocurrió en África, la  Primavera Árabe, con toda justicia bautizada así, no la mamada de simulacro que ha resultado en México, y ¿Por qué fue así? Porque no hay compromiso  ni un vínculo ni un sentimiento de pertenencia real ni nada, estamos juntos pero no unidos, somos una masa de individuos sin la menor intención de crear comunidad: la red no nos ha enseñado nada, si funcionáramos en sociedad como funciona en verdad la red otra cosa sería. Pero ahí seguimos, disueltos, dispersos, regados… líquidos. Falta solidez. Tenemos el potencial y los recursos, pero no lo vemos o nos da hueva o no le vemos motivo porque me voy a ir del país, porque todo va a seguir igual, porque mejor que otros lo hagan, porque ya tengo trabajo y me va bien, porque mejor ni moverle, ¿Eso es ser revolucionario? ¿Hacer un plantón y poner pancartas es protesta? ¿Dónde están las propuestas? ¿Dónde están las acciones? No digo que nos levantemos, tan sólo que hablemos, pero parejo, en comunidad y con el cerebro.

Internet puede ser la respuesta, lo creo… pero nada más, ahora no conocemos la pregunta. Pero no nos vamos a quedar como Douglas Adams sabiendo que la respuesta a la pregunta final de la vida, el universo y todo lo demás es 42. Nos falta saber por qué y para eso hace falta pensar y para eso hace falta saber y para eso hace falta tener ganas de ser más como uno y menos como los demás, siendo masa no conseguimos más que un baño de pueblo, pensando y analizando y planeando, cada quien, se dará cuenta que esa pinche idea que le emociona tiene eco en otro y otro y otro y otro ad infinitum.

 Texto: Adrián García

2 comentarios el “Poder líquido

  1. Arturo Reyes
    noviembre 19, 2012

    Wow… no pretendo ser adulador pero floté sobre el terciopelo y jamás perdí la sensación de suavidad con todo y la firmeza del cartón (muy barroco)… en idioma neutro… está bien de poca madre tu postura. me rifa. Felicidades.

  2. Paola Gandega
    noviembre 19, 2012

    Me siento en contexto, después de haber leído Amor Líquido…

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